Régimen culpa a los clientes por los robos que sufren en sus bodegas
El gobierno pidió a los clientes de sus tiendas estatales que no tarden tanto en recoger sus compras, para evitar que les roben
El régimen cubano responsabiliza a los consumidores por los robos ocurridos en las bodegas estatales de Santiago de Cuba, según un artículo publicado recientemente por el periódico oficialista Sierra Maestra.
La publicación insta a la población a recoger sus productos rápidamente para evitar pérdidas, una sugerencia que, lejos de ofrecer soluciones reales, traslada la culpa a los propios ciudadanos y omite las causas estructurales del problema: la falta de seguridad, supervisión e inversión por parte del Estado.
El texto oficialista relata el caso de un consumidor que perdió parte de su cuota de arroz al no retirarla a tiempo tras un robo en su bodega.
Sin embargo, en lugar de asumir responsabilidades, la Empresa de Comercio se excusa afirmando que no cuenta con presupuesto para reponer los productos sustraídos.
Esta postura evidencia una estrategia del régimen para evadir su rol en la protección de bienes públicos y minimizar su negligencia, sugiriendo que la población debe actuar con más rapidez y responsabilidad al recoger sus mandados.
Las autoridades también promueven el uso de plataformas electrónicas como solución, sin abordar el origen real de los problemas: el deterioro del sistema de distribución, la inseguridad y la ausencia de mecanismos preventivos eficaces.
La narrativa oficial ignora que los robos no ocurren por descuido de los clientes, sino por la incapacidad del sistema para custodiar adecuadamente los productos almacenados.
En muchos casos, las bodegas carecen de personal de vigilancia, condiciones físicas adecuadas y recursos mínimos de protección.
Es inadmisible que el gobierno espere que los consumidores vigilen sus propios alimentos en locales estatales mientras las instituciones responsables eluden cualquier tipo de control o solución.
Esta estrategia, que busca normalizar el traspaso de responsabilidades, refuerza la percepción de abandono y desprotección en los sectores más vulnerables del país.
El problema no se resolverá con llamados al “apuro” ni con propuestas tecnológicas desconectadas de la realidad social y económica.
La verdadera solución pasaría por un cambio estructural que permita a los cubanos acceder libremente a supermercados administrados por el sector privado, donde puedan comprar lo que necesitan sin depender del racionamiento.
Solo bajo un sistema con libre competencia y seguridad jurídica podrían garantizarse precios estables, abastecimiento constante y una vida digna. Pero este escenario es inviable mientras el país continúe bajo el control del régimen comunista.



