Derrumbe mortal en Habana Vieja: régimen culpa a los habitantes del lugar
A través de un comunicado oficial, las autoridades recalcaron que los residentes estaban al tanto del deterioro
Un trágico derrumbe ocurrido en la mañana del domingo 28 de septiembre en la calle Sol #466, en La Habana Vieja, dejó como saldo una persona fallecida y varias más atrapadas entre los escombros.
Según indicó el medio independiente CubaNet, el hecho fue confirmado por el Consejo de la Administración de La Habana Vieja, entidad que, en un giro polémico, intentó desviar la responsabilidad al culpar a los habitantes del edificio, argumentando que se encontraban allí de manera ilegal.
El colapso del inmueble se registró alrededor de las 9:00 a.m., generando una gran conmoción en la comunidad. A pesar de los esfuerzos inmediatos de los rescatistas, quienes lograron salvar a algunas de las personas atrapadas, ya se confirmaba la pérdida de una vida humana.
El Consejo de la Administración local, a través de una publicación en su página oficial de Facebook, reconoció que el edificio llevaba años sin condiciones constructivas adecuadas, pero destacó que las personas afectadas ya habían sido informadas en varias ocasiones sobre la posibilidad de ser trasladadas a otros lugares, y que estas no aceptaron la oferta.
La nota oficial no hizo referencia a la responsabilidad del gobierno en el mantenimiento de las viviendas, lo que ha causado indignación en la población. Lejos de señalar a los residentes, muchos internautas cuestionaron por qué las autoridades permitían que los edificios lleguen a tal estado de deterioro.
Crisis habitacional y deterioro de la infraestructura en Cuba
El colapso en la calle Sol se enmarca en una serie de derrumbes estructurales que han golpeado La Habana en los últimos años.
El deterioro de los edificios, la falta de materiales de construcción y la escasez de recursos para su mantenimiento contrastan con la constante construcción de hoteles en la isla. Este problema se ha agravado, ya que el gobierno cubano ha reconocido que en la capital se derrumban alrededor de 1.000 viviendas al año, lo que ha provocado la muerte de varios ciudadanos, tanto adultos como niños.
La escasez de viviendas adecuadas ha obligado a numerosas familias a vivir en albergues colectivos administrados por el Gobierno, los cuales carecen de los recursos básicos necesarios para garantizar un mínimo de calidad de vida. Ante esta situación, muchas personas deciden regresar a edificaciones en ruinas, a pesar del alto riesgo de colapso, debido a las inhumanas condiciones de los albergues.



