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Empeora crisis energética: tormenta ‘Imelda’ daña termoeléctrica de Renté

Mientras el gobierno promueve megaproyectos y anuncios mediáticos, las centrales térmicas siguen envejeciendo sin renovación

La Central Termoeléctrica Antonio Maceo, conocida como Renté, reportó severas afectaciones en las últimas horas tras las fuertes lluvias asociadas a la tormenta Imelda, lo que agrava aún más la crisis eléctrica que ya golpea al país.

Según el ingeniero Jesús Aguilar Hernández, director general de la planta, se trabaja intensamente para poner en servicio el bloque 6, cuya recuperación aportaría unos 50 megawatts (MW) al sistema eléctrico nacional (SEN).

Las lluvias provocaron filtraciones y condiciones adversas que obligaron a parar unidades en Renté, una de las centrales más importantes del oriente cubano.

Este tipo de fallas ya son habituales en Cuba cuando cae una tormenta, pues la infraestructura eléctrica está deteriorada y sin capacidad de resistir condiciones climáticas extremas.

Este colapso parcial ocurre en medio de un panorama ya dramático: para hoy, lunes 29 de septiembre, se espera un déficit eléctrico que ronda los 1.900 MW en el horario pico.

Aun sin tormentas, la isla experimenta apagones prolongados a diario —una muestra de que el problema no es solo meteorológico, sino estructural.

En el reporte oficial del SEN (Sistema Eléctrico Nacional) se estableció que la disponibilidad sería de apenas 1.680 MW frente a una demanda estimada de 3.500 MW, lo que deja al sistema con un déficit de 1.790 MW.

Esa brecha provoca cortes impredecibles, interrupciones al suministro de agua, imposibilidad de conservar alimentos y afectaciones en hospitales y servicios esenciales.

Renté, que debería ser un apoyo clave para el sistema oriental, ha protagonizado caídas constantes en su producción.

En septiembre, su unidad 5 fue conectada nuevamente, pero poco después salió de servicio otra vez —un ejemplo del ciclo interminable de reparaciones fallidas.

Además, uno de los incidentes más graves ocurrió durante esas operaciones, cuando un técnico sufrió quemaduras en el 89 % de su cuerpo por una fuga de vapor al sincronizar la unidad 5, y falleció días después a causa de sus heridas.

Ese accidente, como la fatalidad de otro empleado que falleció colocando líneas, expone cómo los empleados trabajan en condiciones inseguras, sin protección adecuada y bajo presión, en una planta que debería contar con mantenimiento preventivo constante.

La falta de inversión estatal es evidente. Mientras el gobierno promueve megaproyectos y anuncios mediáticos, las centrales térmicas siguen envejeciendo sin renovación, y el desmantelamiento técnico predomina.

Los parques solares, aunque útiles, apenas cubren un porcentaje mínimo del consumo real y no alivian los apagones cotidianos.

Cada tormenta revela lo frágil que es el sistema eléctrico cubano. En lugar de responder con planes rigurosos y recursos reales, el régimen recurre a parches simbólicos y promesas vacías.

Las fallas en Renté no solo dejan a comunidades sin luz: ponen en riesgo la vida de los técnicos, agravan la crisis diaria del país y demuestran que, sin voluntad política ni inversión seria, Cuba seguirá sumida en la oscuridad.

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