Cuba en apagones por falta de energía pese a desconexión de provincias
Incluso cuando el paso de Melissa tiene menos gente usando el servicio, el régimen es incapaz de satisfacer las necesidades de la población
Cuba continúa enfrentando un severo déficit energético que el régimen no logra controlar, incluso cuando varias provincias permanecen desconectadas del Sistema Eléctrico Nacional (SEN) por el paso del huracán Melissa.
Según el último informe de la Unión Eléctrica (UNE), emitido el 1 de noviembre, la afectación se extendió durante las 24 horas del día anterior y persistió en la madrugada, con un déficit máximo de 1.298 megavatios (MW) a las 19:40 horas.
A las 06:00 de la mañana del jueves, la disponibilidad del SEN era de apenas 1.050 MW, frente a una demanda de 1.910 MW, lo que implicó un déficit de 850 MW. La UNE estimó además que en el horario de mayor consumo la afectación podría llegar a 1.100 MW.
Paradójicamente, este déficit ocurre cuando tres provincias orientales —Las Tunas, Granma y Guantánamo— están fuera del sistema eléctrico por el huracán, es decir, con menos población conectada y menor demanda total.
Los datos oficiales revelan una red eléctrica colapsada: el país mantiene varias termoeléctricas fuera de servicio por averías o mantenimiento. Entre ellas, las unidades 3 de Santa Cruz y Céspedes, y la unidad 2 de Felton.
Otras tres centrales presentan paradas programadas, mientras 501 MW permanecen inactivos por “limitaciones técnicas”.
A esto se suman 46 centrales de generación distribuida sin combustible y 177 MW adicionales sin lubricante, lo que deja fuera 627 MW por causas vinculadas al suministro energético.
La UNE pronosticó para el horario pico una disponibilidad de 1.348 MW frente a una demanda de 2.450 MW, lo que supone una afectación de 1.172 MW en el mejor escenario.
Esta situación no es nueva. Los apagones prolongados se han convertido en parte de la rutina diaria de los cubanos, afectando hospitales, servicios de agua potable, conservación de alimentos y transporte público.
En zonas rurales, los cortes pueden durar hasta 18 horas, mientras que en las ciudades los horarios de afectación cambian constantemente, impidiendo a la población planificar actividades básicas.
La crisis eléctrica refleja la incapacidad del régimen para garantizar un servicio esencial pese a décadas de control centralizado.
Las inversiones millonarias en proyectos de baja eficiencia —como los parques solares fotovoltaicos que apenas aportan una fracción mínima de energía— no han resuelto la escasez estructural del sistema.
Incluso con una menor demanda por el apagón preventivo en el oriente, el gobierno no logra cubrir el consumo del resto del país.
Mientras las autoridades justifican los apagones con el argumento de la falta de combustible o las averías técnicas, la realidad demuestra una gestión deficiente y un modelo energético colapsado.
En medio de la emergencia provocada por Melissa, el régimen vuelve a exhibir su incapacidad para sostener los servicios básicos, dejando a millones de cubanos sin luz, agua ni condiciones seguras para vivir.



