Cae rayo en Villa Clara y deja sin electricidad a varias comunidades
Además de los apagones diarios, los cubanos ahora tuvieron que aguantar que una simple lluvia dejara sin luz a cientos de familias
El impacto de un rayo en una subestación del municipio Santo Domingo, en Villa Clara, bastó para dejar a varias comunidades completamente a oscuras, en un nuevo episodio que refleja la extrema vulnerabilidad del sistema eléctrico en Cuba.
El incidente ocurrió en la subestación de Cascajal, donde el transformador principal quedó inutilizado tras la descarga eléctrica.
Según reportó el periodista oficialista Henry Omar Pérez en redes sociales, el daño afectó directamente al Consejo Popular de Cascajal y a las localidades de Jiqui, Triángulo y Punta Felipe.
Los técnicos de la Empresa Eléctrica provincial concluyeron que el transformador debía ser sustituido por completo, aunque no se especificó cuándo llegará el reemplazo.
Mientras tanto, las autoridades locales improvisaron medidas de emergencia, como ofrecer alimentos elaborados por el sistema de Gastronomía y gestionar el envío de pipas de agua potable.
Sin embargo, la realidad es que un solo rayo bastó para paralizar a un municipio entero, dejando a cientos de familias sin electricidad ni agua, incapaces de conservar sus alimentos o medicamentos, y obligadas a depender de soluciones temporales que se repiten una y otra vez en toda la Isla.
La situación de Villa Clara no es un hecho aislado. Los apagones prolongados han vuelto a ser parte del día a día de millones de cubanos, que enfrentan cortes de electricidad de hasta 12 horas consecutivas.
Según datos de la Unión Eléctrica (UNE), el país reportó el domingo un déficit superior a los 1.000 megawatts, cifra que demuestra la incapacidad del sistema para satisfacer la demanda nacional.
La UNE reconoció que la afectación se mantuvo durante toda la jornada anterior y la madrugada siguiente, con una máxima interrupción de 1.404 MW en horas de la noche.
Además, los estragos que dejó el huracán Melissa agravaron aún más la situación: más de 400 MW permanecen fuera del sistema en las provincias orientales, desde Las Tunas hasta Guantánamo.
A las seis de la mañana de este domingo, la disponibilidad total era de 1.560 MW, frente a una demanda que superaba los 2.200 MW, lo que dejó a la Isla con un déficit estructural de casi 800 MW. Para el horario pico, las autoridades previeron afectaciones de hasta 1.380 MW, lo que significa que una parte importante del país continuaría sin luz.
Esta precariedad energética, que el régimen atribuye a “fallas técnicas” o “problemas meteorológicos”, es en realidad consecuencia de años de desinversión, mala gestión y falta de mantenimiento en las termoeléctricas, muchas de ellas con más de cuatro décadas de explotación.
Mientras el gobierno intenta justificar las constantes averías con argumentos climáticos o materiales, la población vive al límite, soportando los apagones que impiden cocinar, conservar alimentos o incluso acceder al agua potable, ya que las bombas también dependen de la electricidad.
En Cuba, basta una tormenta para dejar a miles sin luz. Pero más allá del mal tiempo, el verdadero rayo que golpea al país es la ineficiencia estructural de un sistema estatal centralizado, incapaz de garantizar un servicio básico y de responder con rapidez ante una crisis que ya se volvió permanente.



