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Cuba al borde del colapso: apagones 24 horas por déficit de casi 2.000 MW

Para este jueves la situación no mejora, a pesar de que varias provincias continúan sin luz por el huracán, lo que debería aliviar la carga

Mientras miles continúan sin electricidad a causa del paso del huracán Melissa en el oriente cubano, el régimen sigue sin poder cubrir la demanda energética del resto del país, y anunció un déficit de más de 1.700 MW para este jueves 20 de noviembre.

De acuerdo con el último parte de la estatal Unión Eléctrica de Cuba (UNE), para el horario pico de este jueves se espera un desbalance estimado de 1.706 MW, lo que anticipa cortes masivos de energía en todo el país.

Según el pronóstico, la disponibilidad podría situarse en 1.494 MW mientras que la demanda alcanzará los 3.200 MW, lo que convertiría la noche en una nueva prueba de la crisis energética estructural que sufre Cuba.

Este escenario se produce después de un día previo marcado por apagones: el 19 de noviembre, el sistema nacional también sufrió afectaciones durante las 24 horas, llegando a presentar uno de los déficits generación más altos del año, calculado en 1.964 MW alrededor de las 18:10 horas.

El colapso no es aislado, sino parte de un problema más profundo del Sistema Electroenergético Nacional (SEN), que tiene fuentes térmicas seriamente limitadas.

En el reporte correspondiente, se informa que la unidad 2 de la Central Termoeléctrica (CTE) Felton se encuentra averiada, al igual que las unidades 3, 5 y 6 de la CTE Renté.

Además, hay unidades en mantenimiento: la unidad 2 de la CTE Santa Cruz, la unidad 4 de la CTE Cienfuegos y la planta de tratamiento de gas en Puerto Escondido. Estas fallas reducen significativamente la capacidad de generación.

La falta de recursos también golpea a la generación distribuida: 91 centrales están fuera de servicio por falta de combustible, con una potencia conjunta de 767 MW.

A eso se suman 85 MW fuera por indisponibilidad de fuel oil en la central del Mariel y otros 75 MW que no operan por ausencia de lubricante, alcanzando un total de 927 MW no operativos por motivos logísticos o estructurales.

En cuanto a fuentes renovables, los 32 parques solares fotovoltaicos aportaron 2.669 MWh en el día anterior, con un pico de generación de 458 MW durante el mediodía. No obstante, aunque ese aporte es significativo, no es suficiente para compensar la caída de la generación térmica crítica.

Incluso con algunas mejoras puntuales —como la incorporación prevista para el pico nocturno de cinco motores en el emplazamiento del Mariel (85 MW), la entrada en funcionamiento de la unidad 3 de la CTE Renté (45 MW) y otros 24 MW desde La Patana de Regla—, las cifras siguen pronosticando una afectación de 1.776 MW en el turno pico.

El déficit recurrente pone en evidencia la profunda incapacidad del régimen para resolver sus problemas estructurales.

La situación energética de Cuba es crónica. En regiones particularmente golpeadas por el huracán Melissa, las consecuencias son aún más graves: algunas provincias llevan casi un mes sin electricidad desde el paso del ciclón, y la respuesta estatal ha sido lenta y desarticulada.

 

Este no es un escenario nuevo. La Unión Eléctrica (UNE) ha reportado déficits de generación superiores a los 1.500 MW en jornadas previas, y la escasez de combustible, junto con averías repetidas en termoeléctricas clave, agravan la crisis.

La pérdida sostenida de generación tiene un impacto directo en la vida cotidiana de los cubanos: apagones constantes, falta de voltaje estable, y una infraestructura eléctrica que parece colapsar bajo el peso de la desinversión y la mala gestión estatal. En provincias como Santiago de Cuba, el suministro apenas ha sido restaurado en un 34 % semanas después del huracán Melissa.

El régimen, por su parte, ha intentado presentar como avances los parques solares instalados, pero sus aportes no son suficientes para sostener la demanda real del país ni para compensar las fallas crónicas de las plantas térmicas.

En conjunto, el SEN se encuentra al borde del colapso porque no solo las plantas están averiadas o en mantenimiento, sino que muchas unidades distribuidas están sin combustible o sin lubricantes adecuados.

La crisis se agrava cuando se combina con el impacto del huracán Melissa, que dejó a una parte significativa del oriente cubano sin luz durante semanas.

La persistencia de estas fallas revela la falta de una estrategia eficaz por parte del gobierno para modernizar la red eléctrica o diversificar sus fuentes de energía de modo realista. Mientras tanto, los cubanos siguen soportando apagones severos y prolongados, con consecuencias gravísimas para su calidad de vida y su economía doméstica.

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