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Cerca de la mitad de Cuba en apagón por déficit eléctrico de casi 1.900 MW

Prácticamente, el 50% de los hogares cubanos no contarán con electricidad por fallas en las generadoras y falta de combustible

La crisis energética en Cuba se intensificó nuevamente, con el Sistema Eléctrico Nacional (SEN) incapaz de cubrir la demanda mínima y un déficit que sigue sin ceder, manteniendo a los cubanos a obscuras durante la noche, superando los 1.800 MW.

Según el parte oficial de la estatal Unión Eléctrica (UNE) correspondiente a este jueves 11 de diciembre, el país volvió a registrar afectaciones durante las 24 horas del día, alcanzando un déficit máximo de 1.861 megavatios (MW) la noche del miércoles, lo que evidencia la incapacidad estructural del sistema para sostener la demanda nacional.

El SEN registró a las 06:00 horas de este jueves una disponibilidad de 1,520 MW frente a una demanda de 2,450 MW, lo que ya dejaba un déficit de 880 MW antes de iniciar la jornada.

Pero el panorama no mejora para el horario pico nocturno, cuando la situación se proyecta aún más crítica: una estimación de 3,400 MW de demanda con apenas 1,565 MW disponibles, lo que resultaría en un déficit de 1,835 MW y afectaciones que pueden extenderse por horas a lo largo de la noche.

En términos simples, más de la mitad del país podría quedarse sin servicio eléctrico en los momentos de mayor consumo.

Las razones detrás de este colapso son múltiples y persistentes. La UNE reporta que varias unidades termoeléctricas permanecen fuera de servicio por averías y mantenimiento programado.

Entre estas se cuentan la unidad 5 de la Central Termoeléctrica (CTE) Máximo Gómez, la unidad 2 de la CTE Felton y la unidad 6 de la CTE Renté, junto a paradas técnicas en Santa Cruz y Cienfuegos.

Además, existen 511 MW fuera por fallas térmicas, 913 MW perdidos por falta de combustible en centrales distribuidas, y 94 MW afectados por ausencia de lubricante, lo que suma más de 1,007 MW perdidos por carencias de insumos básicos.

La escasez de combustible, averías acumuladas y la falta de mantenimiento de la infraestructura evidencian la precariedad del SEN, que sigue sin alcanzar niveles de generación que satisfagan la demanda esencial.

Esta crisis, que se ha profundizado desde mediados de 2024, afecta directamente la vida cotidiana de millones de cubanos y ha dejado al país completo sin electricidad en tres ocasiones desde octubre de ese año.

Apagones prolongados obligan a familias a pasar días sin luz, con interrupciones de agua potable porque los sistemas de bombeo dependen de electricidad, y muchos servicios médicos operan bajo restricciones severas.

El impacto se extiende a la alimentación y la economía familiar. La falta de electricidad impide conservar alimentos, obliga a cocinar con métodos alternativos y limita la actividad productiva en negocios pequeños.

A la vez, escuelas, consultorios y tiendas funcionan con horarios intermitentes, reduciendo servicios básicos que la población necesita a diario.

La precariedad del suministro ha generado también protestas en varias localidades, donde ciudadanos han salido a las calles a expresar su descontento por los cortes continuos, en lugares como Las Tunas, donde tienen menos de una hora de servicio eléctrico al día.

Organizaciones independientes han señalado que las medidas paliativas, como la incorporación de parques solares o ajustes en la generación distribuida, no han sido suficientes para compensar la enorme brecha entre oferta y demanda.

Mientras tanto, hogares enteros dependen de horarios reducidos de luz, y la expectativa de una solución inmediata sigue sin materializarse.

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