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Australia endurece ley de portación de armas tras primer atentado en 30 años

Mientras EEUU se niega a regular la portación de armas luego de 393 tiroteos tan solo en 2025, Australia reaccionó tras el primero desde 1996

Las autoridades de Australia anunciaron este martes una reforma profunda de las leyes de control de armas, luego del tiroteo masivo en una playa de Sídney que dejó al menos 15 personas muertas y 42 heridas.

El ataque, en el que un hombre y su hijo abrieron fuego contra quienes celebraban la festividad judía de Hanukkah en Bondi Beach, fue calificado por las autoridades como “un acto de pura maldad, un acto de antisemitismo, un acto de terrorismo en nuestras costas”.

El gobierno australiano, que tradicionalmente ha tenido una de las políticas de armas más estrictas del mundo, tomó la determinación pocos días después de la masacre, marcando la primera revisión sustancial de la regulación desde las reformas impulsadas tras la masacre de Port Arthur en 1996, hace casi 30 años.

Esa tragedia, en la que murieron 35 personas, condujo a normas de control de armas que redujeron drásticamente los tiroteos masivos en el país durante décadas.

En respuesta al atentado de Bondi Beach, el primer ministro Anthony Albanese y otros líderes acordaron estudiar medidas como reforzar las verificaciones de antecedentes, impedir que extranjeros accedan a licencias de armas y limitar los tipos de armas permitidas, entre otras propuestas que buscan cerrar posibles huecos legales en el sistema actual.

La decisión australiana de revisar las leyes se produce en un contexto global marcado por debates sobre control de armas, pero contrasta fuertemente con la situación en Estados Unidos, donde la regulación sobre armas de fuego sigue siendo mínima a pesar de la violencia recurrente.

En 2025, según datos recopilados por el Gun Violence Archive, se han registrado 393 tiroteos masivos en el país hasta el 16 de diciembre, una de las cifras más altas en años, aunque algo menor que los 491 del mismo período de 2024.

Desde 1996, cuando ocurrieron varios de los ataques más notorios en suelo estadounidense, los tiroteos masivos —definidos como incidentes con cuatro o más víctimas heridas o muertas, sin incluir al agresor— se han vuelto una constante sin que exista una regulación federal amplia que frene esta violencia.

Analistas señalan que aunque este tipo de tiroteos parezca haber disminuido ligeramente en 2025, siguen ocurriendo con frecuencia y dejan centenares de víctimas cada año.

La situación del país norteamericano evidencia una realidad completamente distinta a la de Australia. A pesar de que los tiroteos masivos se han reportado con frecuencia desde finales del siglo XX —y décadas antes de 1996, con decenas de incidentes—, las leyes federales sobre armas permanecen laxas, con el derecho a poseer armas protegido en muchos estados y una resistencia sociopolítica significativa a reformas amplias.

Expertos en violencia armada han señalado que el fácil acceso a armas de fuego contribuye a la persistencia de estos ataques en el país, habiendo sido el último apenas la semana pasada en la universidad de Brown.

El ataque de Bondi Beach fue perpetrado por Sajid Akram y su hijo Naveed Akram, quienes usaron armas de cañón largo desde una pasarela hacia la playa donde se habían reunido unas 1.000 personas para celebrar Hanukkah.

El padre fue abatido por la policía, mientras que el hijo fue detenido con heridas graves. Las autoridades también encontraron un artefacto explosivo improvisado cerca del lugar de los disparos.

Testimonios de sobrevivientes, como el de una mujer que estaba celebrando su cumpleaños cuando comenzó el tiroteo: “Pensamos que eran fuegos artificiales”, declaró una de las testigos.

La respuesta australiana, que ahora busca reforzar sus leyes de armas tras décadas de control estricto, pone de relieve la diferencia de enfoques entre países ante hechos de violencia con armas de fuego, mientras EEUU sigue enfrentando debates y resistencia política sobre cómo abordar esta problemática.

 

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