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Bolivia rompe con Cuba y el comunismo: se alía con EEUU en política y comercio

El gobierno antes amigo de Cuba le dio la espalda a China y Venezuela, y facilitará la extracción de recursos para EEUU e Israel

Bolivia atraviesa un cambio profundo en su orientación política y en su estrategia internacional tras la llegada al poder del presidente conservador Rodrigo Paz, quien anunció el cierre de un ciclo de casi veinte años de gobiernos de izquierda y el distanciamiento de las alianzas estratégicas que el país había mantenido con China y Venezuela.

El nuevo mandatario apuesta ahora por una reconfiguración de la política exterior, con Estados Unidos como socio central en el ámbito económico, tecnológico y diplomático.

Uno de los ejes prioritarios de la nueva administración es el desarrollo de la industria del litio, considerado uno de los recursos estratégicos más importantes a nivel global.

El Gobierno boliviano busca atraer capital extranjero y tecnología avanzada, particularmente de empresas estadounidenses, para la extracción y el procesamiento de este mineral, cuya demanda se ha disparado por su uso en baterías y tecnologías de energía limpia.

Durante una visita oficial a Washington, el ministro de Relaciones Exteriores, Fernando Aramayo, explicó a Fox News Digital que Bolivia pretende modificar el modelo vigente en el sector minero y reducir la influencia que China ha tenido en la explotación de recursos naturales.

Según el canciller, el objetivo es “romper el monopolio chino” en áreas clave de la minería y abrir el mercado a compañías de Estados Unidos interesadas en invertir bajo nuevas reglas.

Aramayo subrayó que el Ejecutivo de Paz aspira a establecer una relación estable y de largo plazo con Washington, basada en afinidades políticas y en la defensa de principios democráticos.

En ese sentido, destacó que el nuevo rumbo exterior busca diferenciarse claramente del alineamiento ideológico que caracterizó a las administraciones anteriores.

Rodrigo Paz asumió la presidencia en noviembre de 2025 en un contexto marcado por el deterioro económico, denuncias de corrupción y un aumento de la actividad del narcotráfico.

De acuerdo con el canciller, estas problemáticas se agravaron durante los gobiernos de Evo Morales y Luis Arce, periodo en el que, según afirmó, redes criminales lograron penetrar estructuras del Estado.

La caída del Movimiento al Socialismo (MAS) permitió el ascenso de un proyecto político con una visión liberal y proempresarial, que busca reposicionar a Bolivia dentro del escenario regional y recuperar la confianza de inversionistas internacionales.

Entre las medidas previstas figuran reformas legales orientadas a facilitar la inversión extranjera directa y a incentivar la transferencia de tecnología, especialmente en el salar de Uyuni, una de las mayores reservas de litio del mundo.

En el plano diplomático, Aramayo confirmó además la reanudación de las relaciones con Israel, que habían sido interrumpidas por el gobierno anterior en el contexto de la guerra en Gaza.

El canciller también expresó preocupación por el avance del crimen organizado en Sudamérica, al advertir que los cárteles han debilitado instituciones y contribuido a la inestabilidad regional.

En paralelo, EEUU mantiene una política de presión contra el gobierno de Nicolás Maduro, al que acusa de vínculos con el narcotráfico.

En este escenario, Bolivia emerge como un potencial aliado estratégico de Washington en América del Sur, con una agenda que incluye el respaldo a procesos de transición democrática en Venezuela y una política exterior más alineada con Occidente.

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