Confianza, seguridad y electricidad: los privilegios que Cuba reserva para sus turistas
Los cubanos resisten apagones de 20 horas y una calidad de vida en números negativos, pero el régimen afirma que los extranjeros pueden estar tranquilos
La crisis energética en Cuba empeora, pero solo para sus ciudadanos, pues el gobierno se ha preocupado por tranquilizar a sus visitantes asegurando que los hoteles de lujo en la Isla tienen garantizado el servicio.
En un comunicado oficial, el Ministerio de Turismo (MINTUR) admitió lo que ya se sabía, que el régimen de hecho prioriza el bienestar y la comodidad de sus visitantes extranjeros por la de su propia población.
La misiva, dirigida a apaciguar las quejas de los cubanos que se han colado al exterior y podrían “espantar” a sus turistas potenciales, señala que no hay nada que temer mientras se tengan dólares para pagar, pues los hoteles cuentan con sus propias plantas generadoras.
“Ante la reciente afectación del Sistema Eléctrico Nacional, el Ministerio de Turismo le transmite confianza y seguridad a nuestros visitantes”, reza el comunicado, casi en tono de burla para la población.
“La mayoría de nuestros hoteles y servicios turísticos disponen de generadores eléctricos y recursos necesarios para operar con normalidad”, cierra el texto.
El comunicado deja ver, por un lado, que el gobierno cumplió con lo que señaló hace unos meses en medio de críticas e indignación: que sí consiguió plantas generadoras para sus hoteles de lujo.
Por el otro, es un reconocimiento abierto y explícito de lo mucho que desprecia el castrismo a su propio pueblo, al que es capaz de dejar sin electricidad durante 20 horas o más, mientras garantiza que los extranjeros duerman en la comodidad del aire acondicionado, en habitaciones bien iluminadas.
“Recursos necesarios” dice el régimen, dos palabras que engloban todo de lo que carece la Isla: no existen los recursos necesarios para satisfacer ni una sola necesidad básica de la población. No los hay en los hospitales; no los hay en las bodegas; no los hay en el transporte público, ni en las plantas eléctricas, ni en el sistema que debería llevar agua potable, y ciertamente, no los hay en los hogares, que sus residentes soportan entre la falta de absolutamente todo.
La inversión de miles y millones de dólares, que el gobierno dirigido por Miguel Díaz-Canel asegura no tener para mejorar la situación de su pueblo -para llevarle más comida, o más agua, o más medicamentos-, se va directo hacia los hoteles, mientras las termoeléctricas cubanas se caen a pedazos y provocan el cuarto apagón total en menos de un año.
Mientras para las centrales y patanas no hay combustible, cada hotel cuenta con su planta personal que funciona con eso que le falta, no solo a las centrales eléctricas, sino a las ambulancias, al transporte público y hasta a las carrozas fúnebres.
Mientras el presidente se va de viaje por el mundo, comiendo deliciosos manjares y gozando de todas las comodidades, en Asia o en Cuba por igual, le pide a sus ciudadanos resistencia e inventiva, para que se aguanten la mala suerte que les tocó.
Mientras los cubanos resisten, de hecho, los apagones diarios, la descomposición de sus escasos alimentos, y la avería de sus pocos electrodomésticos entre las subidas y bajadas de corriente; los rusos y los canadienses no tienen de qué preocuparse, siempre pueden dormir tranquilos -y frescos-, con la seguridad de que serán siempre recibidos con toda la electricidad -y los alimentos y las atenciones- que se le niegan a los cubanos.




