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Crisis energética: roban paneles solares en parque fotovoltaico de Granma

Muchos cubanos ven en el robo al Estado una vía rápida de supervivencia, o en este caso quizá, una solución a los apagones diarios

Un ciudadano cubano fue arrestado en el municipio de Niquero, provincia de Granma, tras robar 50 vigas destinadas a la instalación de paneles solares en el parque fotovoltaico Juan Pérez II.

Según reportes de perfiles asociados al Ministerio del Interior (Minint), las piezas sustraídas formaban parte de las estructuras de montaje.

Aunque el delito no interrumpió el funcionamiento del emplazamiento, generó un nuevo episodio de inseguridad en torno a los proyectos energéticos que el régimen exhibe como logros.

Las autoridades informaron que la captura del sospechoso fue posible gracias a la colaboración de la comunidad local, que suministró datos a la policía.

Los artículos robados se encontraban almacenados junto a otros paneles solares, lo que evitó, de acuerdo con la versión oficial, una afectación directa a la generación eléctrica en hospitales u otros centros considerados estratégicos.

Sin embargo, este argumento contrasta con la propaganda oficial, que presume de costosas inversiones en energías renovables mientras el país sigue hundido en apagones interminables.

El perfil oficialista que difundió la noticia en redes sociales insistió en que “con los bienes del pueblo nadie se puede meter” y aseguró que los responsables “ahora tienen que pagar por lo que hicieron”.

También señaló que este tipo de incidentes amenaza el objetivo del gobierno de diversificar la matriz energética con fuentes renovables.

No obstante, los paneles solares que el régimen importa, en gran medida gracias a acuerdos con empresarios y con el gobierno chino, no han tenido un impacto real en aliviar la crisis del sistema eléctrico nacional.

El caso recuerda otros episodios similares ocurridos en Granma, donde hace un año se reportó el robo de cables telefónicos en Manzanillo.

En aquella ocasión, el servicio de telecomunicaciones sí resultó afectado, y los responsables llegaron a lucrar con la electricidad robada, cobrando entre 10.000 y 15.000 pesos por tender nuevas líneas clandestinas.

Con la escasez generalizada y la economía en ruinas, muchos cubanos ven en el robo de recursos estatales una vía rápida de supervivencia, o en este caso quizá, una solución no muy bien pensada a los apagones diarios.

Mientras tanto, el gobierno insiste en alardear de megaproyectos “verdes” que, en la práctica, ni reducen los apagones ni mejoran la calidad de vida de la población. Así, la contradicción entre la solemnidad de los discursos oficiales y la precariedad cotidiana se hace cada vez más evidente.

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