¿Cuántos parques solares necesita Cuba para acabar con la crisis energética?
El régimen insiste en que la salvación de los apagones está en la energía fotovoltaica, pero no tiene dinero ni para combustibles fósiles
La crisis energética en Cuba parece lejos de resolverse, incluso si el gobierno apostara completamente por la energía solar.
Según cálculos basados en los datos oficiales de la Unión Eléctrica (UNE) y una investigación de Asere Noticias, el país necesitaría al menos 72 a 75 parques fotovoltaicos para cubrir el déficit promedio de 1.600 megavatios (MW) que mantiene a millones de cubanos sufriendo apagones diarios.
Actualmente, la isla cuenta con unos 32 parques solares en funcionamiento, que en conjunto apenas aportan unos 700 MW al Sistema Eléctrico Nacional (SEN).
Cada instalación genera, en promedio, 20 a 22 MW, por lo que el número de parques tendría que más que duplicarse para igualar la demanda no cubierta.
El dato contrasta con la meta oficial para 2025: 51–55 parques que, según el gobierno, aportarían alrededor de 1.000–1.200 MW, cifra que, incluso si fuera cierta, seguiría siendo insuficiente ante un déficit sostenido de 1.600 MW y, sobre todo, frente al problema de cobertura nocturna.
Y es que ni siquiera esa cantidad garantizaría un suministro continuo, ya que la energía solar solo se produce durante el día y no compensa las horas sin sol, cuando los apagones suelen ser más frecuentes.
El problema se agrava porque el país carece de infraestructura de almacenamiento, como grandes sistemas de baterías que permitan aprovechar la energía generada en las horas de mayor radiación.
Según la propia UNE, el sistema eléctrico enfrenta además múltiples averías, plantas fuera de servicio y escasez de combustible, lo que deja sin respaldo a las fuentes renovables y provoca apagones prolongados.
El gobierno cubano ha anunciado su intención de aumentar la participación de las energías limpias en el SEN, y presume cada pequeño paso encaminado a ello, pero los avances son lentos.
Implementar más de 70 parques solares requeriría una inversión millonaria —de alrededor de 1.000 millones de dólares, según estimaciones oficiales—, cifra que parece fuera del alcance de una economía que no logra pagar ni el combustible fósil para mantener operativas sus termoeléctricas.
A los problemas financieros se suman los desafíos logísticos y ambientales. La instalación de nuevos parques demanda tecnología importada, piezas de repuesto, técnicos especializados y mantenimiento constante, algo difícil en un país con escasez de divisas y limitado acceso a proveedores internacionales.
Además, fenómenos naturales como los huracanes ponen en riesgo las infraestructuras solares, que requieren protección especial y mantenimiento continuo.
Mientras el régimen repite su discurso sobre el impulso a las energías renovables, los cubanos siguen sin poder refrigerar sus alimentos, bombear agua o descansar sin interrupciones eléctricas.
Aunque los parques solares podrían aliviar parcialmente la crisis, la raíz del problema está en la falta de gestión, inversión y planificación estatal, de un sistema cuyas deficiencias vienen arrastrándose desde hace varias décadas.



