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Cuba registra el menor déficit eléctrico en meses: 1.100 MW según el régimen

Las quejas incluyen fallos en los horarios, falta de información precisa y promesas incumplidas de restablecimiento

La crisis energética cubana ya supera en duración e intensidad a la vivida durante el Período Especial, y mientras el país continúa a oscuras, la población espera respuestas concretas que el gobierno no ha logrado ofrecer.

Cuba volverá a vivir este 13 de noviembre una noche marcada por fuertes apagones, luego de que el Sistema Eléctrico Nacional (SEN) informara que para el horario pico se prevé un déficit de 1.100 MW y una afectación estimada de 1.170 MW, resultado de una demanda de 2.850 MW muy superior a la disponibilidad real, que solo alcanza 1.750 MW.

Las cifras confirman que la crisis energética que golpea a la isla desde hace más de tres años continúa profundizándose, sin un horizonte claro de recuperación.

El desequilibrio entre oferta y demanda vuelve a ubicarse por encima del umbral crítico, un patrón que se repite prácticamente a diario desde finales de octubre.

Aunque el gobierno insiste en presentar mejoras temporales asociadas a mantenimientos o pequeñas incorporaciones de potencia, la realidad es que los apagones siguen siendo constantes en casi todo el territorio nacional.

Los informes estatales reconocen que el servicio eléctrico se ha visto afectado durante 24 horas consecutivas en varios días recientes debido a averías en termoeléctricas, fallas en la generación distribuida y limitaciones por falta de combustible.

Las plantas térmicas, la columna vertebral del sistema, atraviesan un deterioro estructural que se arrastra desde hace décadas, marcado por fallas mecánicas, retrasos en piezas de repuesto y unidades fuera de servicio durante meses.

Aunque el régimen suele atribuir la crisis al embargo estadounidense o a factores externos, el colapso responde principalmente a la falta de inversión sostenida, la mala gestión del sistema y la obsolescencia tecnológica. Algunas termoeléctricas superan los 40 años de operación continua, sin renovaciones profundas ni mantenimiento regular.

La crisis energética empeoró tras el paso del huracán Melissa, que dejó serios daños en la infraestructura y decenas de comunidades con cortes prolongados.

En provincias del oriente del país, familias enteras permanecieron más de un mes sin electricidad, un reflejo de la vulnerabilidad del SEN ante cualquier fenómeno meteorológico.

A pesar de ello, el gobierno ha presentado la recuperación de circuitos aislados como un logro, mientras sigue sin ofrecer un plan realista que permita restablecer la generación en niveles suficientes para cubrir la demanda nacional.

La propia prensa estatal reconoce que el SEN opera al límite de sus capacidades y que la recuperación completa tardará “meses”, aunque no se precisan plazos ni estrategias concretas.

Los apagones afectan todos los aspectos de la vida cotidiana: la conservación de alimentos, el suministro de agua potable, el funcionamiento de hospitales, las comunicaciones móviles y el transporte.

Los cortes inesperados obligan a miles de familias a cocinar con leña o carbón, improvisar soluciones para la refrigeración o reorganizar sus rutinas en función de las pocas horas de electricidad que reciben al día.

En redes sociales, ciudadanos denuncian que las afectaciones superan con frecuencia lo anunciado oficialmente. Muchas localidades viven jornadas sin electricidad desde la madrugada hasta entrada la noche, a veces con solo ventanas de una o dos horas de servicio. Las quejas incluyen fallos en los horarios, falta de información precisa y promesas incumplidas de restablecimiento.

Las cifras de este 13 de noviembre —1.750 MW disponibles versus 2.850 MW de demanda, con un déficit de 1.100 MW y una afectación prevista de 1.170 MW— confirman que el SEN continúa en estado crítico. A pesar de inversiones puntuales en paneles solares, generación diésel o reparaciones rápidas, la estructura general sigue sin cambios significativos.

Analistas citados por Asere Noticias advierten que la crisis es ya más larga y profunda que la del Período Especial, debido a la combinación de fallas operativas, falta de combustibles, deterioro tecnológico y ausencia de planificación efectiva.

Y mientras el gobierno sigue ofreciendo explicaciones vagas y celebrando avances menores, la población continúa atrapada en apagones interminables que afectan su salud, su economía familiar y su calidad de vida.

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