Estos animales exclusivos de Cuba están en peligro de extinción
Su población es escasa y está fragmentada, amenazada por la destrucción de su hábitat y los depredadores introducidos
Cuba alberga una fauna única que no existe en ningún otro lugar del planeta, pero varias de sus especies endémicas afrontan hoy riesgos serios de desaparición.
Entre las más vulnerables aparecen el cocodrilo cubano, el solenodonte, el zunzuncito (colibrí abeja) y diversas jutías; cada una sufre por causas distintas —caza furtiva, pérdida de hábitat, especies invasoras y falta de recursos para la conservación— y todas ponen en evidencia la fragilidad de los ecosistemas isleños.
El cocodrilo cubano (Crocodylus rhombifer) es, quizá, el caso más emblemático y crítico. Restringido hoy a áreas como la Ciénaga de Zapata, el reptil figura en listas internacionales como “en peligro crítico” por la drástica reducción de su población, la caza ilegal y la hibridación con el cocodrilo americano.
Programas de cría en cautiverio y liberación controlada han ayudado a mantener núcleos en semicautiverio, pero la especie sigue dependiente de medidas intensas de protección para evitar su extinción.
Otro superviviente singular es el solenodonte cubano (Atopogale cubana), un mamífero insectívoro de aspecto primitivo que llegó a creerse extinto hasta que fue redescubierto por investigadores.
Su población es escasa y está fragmentada, restringida a montañas y bosques húmedos del oriente. Las amenazas incluyen la destrucción de su hábitat y los depredadores introducidos, como gatos y perros ferales; además, la falta de estudios a largo plazo dificulta diseñar políticas de conservación adecuadas.
El colibrí abeja o zunzuncito (Mellisuga helenae), el ave más pequeña del mundo y emblema de la avifauna cubana, también depende de espacios florales y corredores de vegetación que han sido fragmentados por cambios en el uso del suelo.
Aunque no figura con la misma gravedad que el cocodrilo o el solenodonte, su condición de endemismo y su sensibilidad a alteraciones hacen que cualquier pérdida de hábitat o de recursos florales represente un riesgo real para sus poblaciones locales.
Actividades comunitarias, como jardines para atraer zunzunes, han mostrado resultados positivos para la observación y la educación ambiental.
Las jutías —roedores endémicos que ocupan distintos nichos insulares— también están amenazadas. Informes y decomisos recientes revelan que la caza furtiva para consumo y comercio se mantiene como una presión directa sobre estas poblaciones, a lo que se suma la degradación de manglares y bosques donde muchas especies de jutía anidan o se alimentan.
Frente a estas amenazas hay iniciativas de conservación —programas de reproducción, reservorios protegidos y campañas de sensibilización—, pero los expertos señalan que hacen falta financiamiento sostenido, datos científicos actualizados y mayor control contra la caza y el tráfico ilegal.
La cooperación internacional y proyectos como los impulsados por ONG conservacionistas han sido importantes, pero la protección efectiva requiere políticas públicas continuas y vigilancia en el territorio.
Proteger estas especies no es solo una cuestión de biodiversidad: es salvaguardar partes irrepetibles del patrimonio natural cubano.
Si la isla pierde al zunzuncito, al solenodonte o al cocodrilo puro, se habrán borrado de la Tierra formas de vida que evolucionaron de manera única durante millones de años. La pregunta urgente es si las acciones actuales alcanzarán para evitarlo.



