¿Humilde? El verdadero origen de la fortuna de Donald Trump
El mandatario ha intentado conectar con la población diciendo que él se hizo a sí mismo, pero nació en el seno de una familia millonaria
Recientemente, el presidente electo de los Estados Unidos, Donald Trump, aludió a un supuesto “pasado humilde”, bromeando sobre ser el único excocinero de McDonald’s que ha llegado a la presidencia.
Si bien su estancia en el restaurante de comida rápida fue solo una treta política de su campaña a presidencial en 2024, y su comentario fue a modo de “broma”, muchos lo tomaron en serio, y en parte es debido a que el mandatario y empresario multimillonario ha insistido en proyectar una imagen de empresario que “se ha hecho a sí mismo”.
Sus intentos de conectar con la clase obrera, predominante en el suyo y en cualquier país, fallan cuando se recuerda que en campaña repitió ante sus seguidores que era “muy rico” y que su fortuna era resultado directo de su “habilidad para hacer negocios”.
Sin embargo, sus recientes declaraciones sobre un supuesto origen humilde contrastan con su trayectoria económica y con los mecanismos que ha utilizado para ampliar y proteger su patrimonio durante décadas.
¿A cuánto asciende la fortuna de Donald Trump?
Trump asegura que su valor neto supera los 10.000 millones de dólares, aunque esa cifra ha sido cuestionada por múltiples evaluaciones independientes.
Las estimaciones de organizaciones dedicadas al análisis financiero ofrecen resultados muy distintos: Forbes calcula su riqueza en 4.500 millones de dólares, Wealth-X en 4.400 millones y el índice de Bloomberg la sitúa en 2.900 millones.
A pesar de estas discrepancias, Trump insiste en que su fortuna es “mucho mayor”, aunque no ha presentado información verificable que respalde esa afirmación.
¿De dónde sacó su fortuna Donald Trump?
El presidente electo también ha minimizado el papel de su familia en el origen de su carrera. En octubre aseguró que su padre solo le concedió un “pequeño préstamo” de un millón de dólares para iniciar sus negocios.
No obstante, los registros y las investigaciones sobre los Trump muestran que su despegue financiero estuvo respaldado por algo más que un capital inicial. Fred Trump, su padre, manejaba ya para entonces una lucrativa empresa inmobiliaria en Brooklyn y Queens, reconocida por la calidad de sus proyectos y por su capacidad para obtener beneficios fiscales.
Parte de ese modelo —aprovechar vacíos y beneficios tributarios— se convirtió en un elemento constante de la operación familiar, con Trump incluso resultando culpable de evasión fiscal.
Las críticas sobre su situación legal han acompañado toda su carrera, pues ha enfrentado diversos procesos legales en los que el uso de su fortuna le ha permitido posponer o mitigar consecuencias judiciales que otros ciudadanos no podrían eludir, como el soborno que dio a una de sus acusadoras para retractarse de sus alegaciones de abuso sexual.
Pero además del financiamiento, Donald Trump dependió de la firma de su padre como codeudor, así como de sus relaciones políticas y bancarias. Aunque él afirma haber decidido por su cuenta el giro hacia los desarrollos de lujo en Manhattan, especialistas como la autora Gwenda Blair señalan que esa estrategia probablemente respondió a una decisión tomada por Fred Trump para expandir la presencia familiar en zonas más rentables.
Trump with his father Fred Trump, overlooking NYC, 1973. pic.twitter.com/swJPzDhX5S
— MythoMAGA (@MythoMAGA) November 17, 2025
El ascenso público de Donald Trump comenzó con el rescate del Hotel Commodore en 1976, un proyecto que logró concretar en alianza con Hyatt. En ese proceso, el entonces joven empresario negoció con la ciudad de Nueva York una reducción fiscal por 40 años, lo que representó un ahorro de 160 millones de dólares.
Dos décadas más tarde vendió su participación por 142 millones. A partir de allí amplió su portafolio con propiedades emblemáticas, como el Hotel Plaza y el antiguo edificio del Banco de Manhattan.
La Torre Trump, inaugurada en 1983, se convirtió en el símbolo central de la Organización Trump. El edificio no solo funcionó como sede de la compañía, sino también como residencia del propio empresario y su familia.
Con la publicación de El arte de la negociación en 1987 y su posterior incursión televisiva con The Apprentice, Trump reforzó la narrativa de negociador duro que hoy utiliza en su discurso político. Sus observaciones groseras y el despido de empleados, muchas veces solo por capricho, le ganaron miles de admiradores.
A pesar de su insistencia en definirse como un magnate inmobiliario, gran parte de su riqueza procede del uso comercial de su marca. Desde los 80, Trump ha otorgado licencias a terceros para explotar su nombre en proyectos que no le pertenecen. Marcas como Trump Ocean Club o Trump Fine Foods son ejemplos de esa estrategia.
Trump ha mantenido una constante: su disposición a colocar su apellido en prácticamente cualquier iniciativa que fortalezca su presencia pública, desde cortes de carne hasta desarrollos inmobiliarios, y ahora, también a la Casa Blanca.
Fred Trump era un inversor inmobiliario con una fortuna de más de 300 millones de dólares.
En 1942, Fred había construido 2.000 casas en Brooklyn y era conocido como el “Henry Ford del sector inmobiliario”.
Pero Donald nunca fue su primera opción para heredar… pic.twitter.com/BHRqqOx3LW
— Don Quijote de la IA (@IA_Quijote) November 5, 2024



