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Régimen presume que Cuba es un destino turístico cotizado en plena crisis

El gobierno promueve la isla como un paraíso vacacional, mientras los cubanos enfrentan todo tipo de carencias y una epidemia de dengue

El régimen de Cuba presumió del gran atractivo de la Isla como destino turístico, afirmando que es un destino por el que varias agencias de viaje en Latinoamérica “apuestan”.

A través de sus medios oficiales, la dictadura elogió la isla como un destino turístico atractivo para agencias y turoperadores internacionales, pero esa imagen contrasta vivamente con la crisis que vive la población local.

Según reportes oficiales, alrededor de 80 agentes de viaje, comerciales y turoperadores de América Latina participan en un programa turístico que recorre varias provincias para mostrar los atractivos del país, más allá del sol y la playa.

Camila Girón, directora de comunicación de la cadena hotelera Cubanacán, declaró a la oficialista Agencia Cubana de Noticias que este grupo de visitantes busca precisamente eso: “valores naturales, culturales y patrimoniales”, afirmó.

Sin embargo, mientras el gobierno promueve la isla como un paraíso vacacional, la mayoría de los cubanos enfrentan carencias graves.

El suministro eléctrico es intermitente: los apagones diarios son parte de la cotidianidad, aunque los hoteles turísticos aseguran no sufrir esas interrupciones gracias a generadores privados.

Además, en el país hay escasez de agua potable, alimentos básicos vendidos mayormente en dólares, falta de medicamentos en los hospitales y transporte deficiente.

En el frente sanitario, Cuba además lidia con una epidemia de dengue, que incluso ha cobrado ya varias víctimas mortales en diferentes provincias.

Los riesgos para los visitantes aumentan, mientras el régimen parece priorizar los ingresos del turismo sobre la salud pública. Según informes internacionales citados por fuentes diplomáticas, hay alertas de viaje por el aumento de enfermedades transmitidas por mosquitos como el dengue y la chikunguña.

Los turistas también han denunciado graves problemas durante sus estancias. Algunos se quejaron de chinches e insectos en hoteles de cinco estrellas, de suciedad, agua limitada y mala calidad de los alimentos.

Otros afirmaron que se sintieron inseguros, acosados o decepcionados por la oferta gastronómica, que no corresponde con lo que se promueve en la propaganda oficial.

El contraste entre la imagen promocionada y la realidad percibida por visitantes y locales ha generado críticas crecientes.

Mientras el régimen invierte en infraestructura turística —nuevos hoteles y resorts—, la población sufre un deterioro económico: no hay suficientes alimentos para todos, y los productos que existen muchas veces solo están disponibles para el sector turístico o en tiendas en dólares.

El descontento social también emerge por el desbalance evidente: los recursos que se destinan para mantener un turismo de lujo no se traducen en mejoras para la ciudadanía.

Según expertos y agencias internacionales, la estrategia del gobierno refuerza las desigualdades entre el turismo para extranjeros y las condiciones de vida para los cubanos.

Mientras el régimen cubano presenta a la isla como un destino ideal para turoperadores extranjeros, las carencias estructurales —apagones, escasez, crisis sanitaria por dengue, falta de agua y medicinas— revelan un modelo donde la población local queda rezagada frente a las prioridades económicas ligadas al turismo.

A la vez, los turistas que caigan víctimas de la propaganda castrista pueden experimentar una Cuba muy distinta a la fantasía promocionada.

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