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Sandro Castro pide no comprar dólares en el mercado informal de Cuba

Señaló a los medios independientes que documentan los precios por causar que estos se eleven, en vez de al acaparamiento de la dictadura

El ahora influencer Sandro Castro, el nieto más joven del fallecido dictador cubano Fidel Castro, generó polémica al instar a los cubanos a que no compren dólares en el mercado informal, especialmente cuando la tasa supere los 450 pesos cubanos.

Abordando el tema como si se tratara de una cuestión opcional, e ignorando el hecho de que las únicas tiendas en la Isla que tienen algunos alimentos y bienes básicos están en dólares, Sandro lanzó la petición en una nueva edición de su “programa” Notisandro, un sketch parodia en su cuenta de Instagram.

Sus palabras han sido interpretadas como un intento de influir directamente en la cotización del dólar en el mercado negro, donde en el último año ha subido de 300 a casi 500 CUP por unidad.

En el video, Sandro acusó al medio independiente El Toque de manipular la tasa del dólar para obtener ganancias: “solo vendiendo 50 dólares por persona … ellos en esta operación de recompra ganaron 128 millones”, afirmó, según cálculos suyos.

Además, planteó que muchos dueños de pequeñas y medianas empresas y otros compradores deberían organizarse para estabilizar la divisa.

Sandro propuso lanzar una tasa de cambio referencial propia para competir con la de El Toque, diciendo: “Nosotros somos los decisores del precio” y criticando a quienes dependen únicamente del medio para definir la cotización.

También señaló que el sistema bancario estatal aplica una tasa más baja en hoteles —370 CUP por dólar— y advirtió que “no se puede permitir que el dólar pase de 450 CUP porque nos perjudica a todos”.

Su mensaje está acompañado por una campaña viral: en sus historias de Instagram compartió un meme en el que propone que los empresarios privados no compren dólares por encima de 300 pesos cubanos, con la idea de forzar una baja en el mercado paralelo.

Al mismo tiempo, su enfrentamiento con El Toque no es solo simbólico: ha acusado al medio de enriquecerse “a costa del pueblo” y ha pedido al régimen que bloquee su sitio web para frenar su operación.

Su propuesta de construir una tasa paralela de cambio y organizar a los dueños de mipymes se ha interpretado por algunos como un intento de ganar influencia real sobre la economía informal del país, pero por otros como una maniobra propagandística que refuerza su figura privilegiada.

La visión privilegiada de Sandro Castro

Las declaraciones de Sandro llegan en medio de una serie de señalamientos contra su estilo de vida, muy distinto al de la mayoría de los cubanos. Ha sido criticado por su distancia respecto a los problemas estructurales de la isla, mientras él luce privilegios que muchos no tienen.

Por ejemplo, ha ironizado sobre los apagones que sufren millones de cubanos. En un video reciente apareció dentro de un tanque de agua —similar a los usados por quienes almacenan agua ante la escasez— para decir que era “la mejor piscina” que ha tenido.

Además, ha criticado al gobierno y hablado de la crisis energética con una mezcla de burla y desafío.

En su bar EFE, situado en La Habana, Sandro ha presumido su poder adquisitivo: ha dicho que regala cervezas Cristal “porque esa medicina no puede faltar”.

 

 

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Esa frase resulta particularmente polémica cuando se contrasta con la escasez de medicamentos que padecen muchos cubanos.

Sandro también ha lanzado duras críticas, pero contradictorias, hacia figuras del gobierno. Ha señalado directamente a Miguel Díaz-Canel como responsable de la crisis energética y económica, mientras se declara un “empresario del sistema” que funciona dentro de la estructura que él mismo cuestiona.

Sandro Castro ha logrado mantenerse como una figura polémica: habla de los problemas que afectan al pueblo cubano, pero desde una posición de privilegio que muchos consideran insostenible para alguien que critica el sistema.

Sus llamados a controlar el dólar y frenar la especulación contrastan con su vida de abundancia: regala cervezas en su bar, evade apagones y presume conexiones.

Esta mezcla refuerza la percepción de que, para Sandro, la crisis económica no es un problema que enfrenta, sino un espectáculo del que participa sin correr los mismos riesgos que el resto de la población.

 

 

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