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Venta de gas licuado en Cienfuegos: turnos atrasados y cupos mínimos

El anuncio confirmó lo que ya la población conoce, que la distribución de gas es un proceso marcado por restricciones

La venta de gas licuado en Cienfuegos llevada a cabo este fin de semana volvió a exponer la crisis que enfrentan las familias cubanas para obtener un recurso básico en la vida diaria, y es que la empresa estatal informó que solo podrían comprar quienes tengan turnos asignados en la aplicación Mi Turno y cuya fecha corresponda a antes del 30 de junio de 2025, demostrando un retraso de más de casi tres meses.

Lejos de transmitir certidumbre, el anuncio confirmó lo que ya la población conoce: la distribución de gas en Cuba es un proceso marcado por restricciones, cronogramas rígidos y largas esperas. Los clientes con fechas posteriores a esa jornada deberán seguir esperando, sin saber cuándo podrán abastecerse con el recurso.

Turnos atrasados y laberinto burocrático

La estatal precisó que solo desde el 8 de septiembre pueden gestionar su compra quienes tienen turnos para el periodo del 1 al 15 de julio de 2025.

Los demás, con fechas posteriores, ni siquiera pueden solicitar el servicio. Este entramado burocrático convierte el acceso a un recurso esencial en una carrera interminable de trámites y retrasos.

Como medida adicional, la UEB de Comercialización de Combustibles en Cienfuegos anunció la disponibilidad de apenas 150 cilindros extra en la tienda virtual para entrega el miércoles 17 de septiembre, pero también bajo la condición de turnos vencidos.

Esta es una cifra mínima que deja fuera a miles de hogares que dependen del gas para cocinar en medio de los constantes apagones.

Distribución parcial y medidas improvisadas

Para este martes 16 de septiembre, se programó recogida y entrega en todos los municipios de la provincia, pero solo destinada a clientes con entregas pendientes del año. Una salida de emergencia que confirma la improvisación de las autoridades y la incapacidad de garantizar un servicio estable.

La situación en Cienfuegos no es aislada. En La Habana, Artemisa y Mayabeque, la distribución en agosto se reanudó tras semanas de paralización, pero quedó supeditada a la llegada puntual de un barco al puerto de la refinería Ñico López. Más que un alivio, fue evidencia de la dependencia extrema de cada descarga.

En Santiago de Cuba, CUPET suspendió la venta apenas 12 días después de haberla reiniciado a finales de agosto, al agotarse el inventario. Miles de familias quedaron nuevamente sin combustible en medio de apagones, obligadas a recurrir a la leña o al queroseno, opciones dañinas para la salud.

De igual manera, en Villa Clara, la empresa reorganizó la venta con un cronograma que excluye a quienes ya compraron tres veces en el año. Bajo la etiqueta de “equidad”, el sistema añade más limitaciones a familias que dependen de inventarios que, en muchos puntos, no superan los 200 cilindros diarios.

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