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“Hasta la divisa siempre”: Carta de despedida del CUC al dólar

Robert Márquez, humorista y colaborador del proyecto Cascabel y Látigo, escribió a modo de sátira una carta de despedida al peso cubano convertible (CUC), a raíz de la cada vez más próxima llegada del llamado “Día Cero” de la unificación monetaria.

El histriónico texto —dirigido al dólar— se basa en la misiva que el guerrillero argentino Ernesto “Che” Guevara le dedicara a Fidel Castro, antes de partir a África.

Hace solo unas semanas atrás, un funcionario del Banco Popular de Ahorro (BPA) en Holguín dio a conocer que la temida fecha de la unificación está muy cerca.

Según explicó la fuente anónima en una entrevista concedida al portal Diario de Cuba, el punto de inflexión podría ocurrir a partir del 1 de diciembre de 2020 y estará acompañado de otro paquete de medidas, como el incremento salarial y la desaparición de la mayoría de los subsidios.

“No sabemos todavía, por ejemplo, cuánto vamos a cobrar. Esa información la están aguantando hasta el último momento para evitar comentarios y expectativas, porque la información siempre se filtra”, declaró. “Pero se sabe ya que es muy probable que sea ya el próximo mes, aunque dicen al mismo tiempo que no es 100% seguro, que a última hora se puede suspender”.

A continuación compartimos de forma íntegra la “Carta de despedida del CUC al dólar”

Dólar:

Me recuerdo en esta hora de muchas cosas, de cuando pagué el desriz de la pasa de María Antonia, de cuando me propusieron salir, de CADECA y la tensión de sus preparativos.

Un día pasaron preguntando quién se iba a desamparar en caso de mi muerte y la posibilidad real del hecho nos golpeó a todos. Después supimos que en una revolución se lucra o se muere (con el dinero de la gusanera). Muchos jubilados quedarán sin poder comprar jama a lo largo del camino hacia la victoria.

Hoy todo tiene un tono bastante más dramático porque todo está más duro y la cosa pinta triste.

Siento que he cumplido la parte de mi deber que me ataba a la revolución cubana en su desastre económico y me despido de ti, de cada negociante, de tu pueblo, que era el mío. Hago formal renuncia de mi poder adquisitivo, de mi puesto de principal proveedor de suministros, de mi exceso de circulante, de mi condición de cubano. Nada legal me ata a Cuba, solo lazos de otra clase que no se pueden romper con una devaluación.

Haciendo un recuento de mi vida pasada creo haber trabajado con suficiente liquidez y valor para consolidar el desmadre económico revolucionario.

Mi única falta de alguna gravedad es no haber confiado más en tí desde los primeros momentos de CADECA y no haber comprendido con suficiente claridad tus cualidades de padrino, tan necesarias.

He vivido días magníficos y sentí emocionado el orgullo de darle de comer a nuestro pueblo en los días espantosos y tristes del Período Especial. Pocas veces brilló más alto un billete que en esos días, me enorgullezco también de haber conseguido ricas provisiones, la cena de fin de año, la colcha de trapear, el planchao oportuno, el aseo y el pan de cada día a pesar de los sueldos y sin reparar en los principios.

Ya olvidó todo el mundo el concurso de mis modestos esfuerzos y ahora no puedo hacer lo que antes por tu responsabilidad al frente de Cuba y llegó la hora de separarnos.

Sépase que lo hago con una mezcla de tristeza y dolor; aquí dejo lo más puro de mis esperanzas de emprendedor y lo más querido entre mis sueños más caros (…) y dejo un pueblo que me atesoró como su hijo y eso devalúa todo mi espíritu.

En los nuevos campos de batalla ya no tengo más nada que comprarles, mis tiendas vacías han quebrado el espíritu de mi pueblo y la sensación de no poder cumplir con el más sagrado de los deberes: luchar contra el hambre dondequiera que esté; me derrota y acentúa con creces su existencia tan dura.

Digo una vez más que libero a Cuba de cualquier responsabilidad, salvo la que emane de sus futuras necesidades. Que cuando llegue la hora definitiva bajo este cielo, mi último pensamiento, será para este pueblo al que especialmente le maté tanto el hambre.

Te doy las gracias por tus valores y tu ejemplo y que trataré de poder comprar algo hasta las últimas horas del “Día Cero”. He estado identificado siempre con la política exterior de nuestra “roboilusión” aunque todos los viajes eran para ti. En dondequiera que me incineren sentiré la responsabilidad de ser revolucionario cubano y como tal daré perreta. No dejo a mi hijo, el peso cubano, nada material y no me apena; me alegro que así sea. No pido nada para él, pues el Estado le dará lo suficiente para inflarse y devaluarse como yo.

Tendría muchas cosas que decirte a ti y a nuestro pueblo pero siento que son innecesarias, las palabras no pueden comprarles todo lo que yo quisiera, y no vale la pena gastarme en catres y carretillas.

Hasta la divisa siempre. ¡Fula o Muerte!

Te abraza con todo el ánimo de lucro revolucionario, CUC.

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