Inicios y tradición de la cerveza en Cuba
Es en 1841 cuando nace la cerveza cubana a través de Juan Manuel Asbert y Calixto García, quienes empezaron a producirla en una fábrica de la calle San Rafael esquina a Águila, en La Habana. Esperaban elaborarla con el jugo de la caña de azúcar que sustituiría a la cebada europea. El intento fue un fracaso.
En 1883 es instalada en la ciudad matancera de Cárdenas una fábrica para producirla. No duró mucho tiempo, pero en 1888 el alza de los impuestos sobre las importaciones aconsejó a los negociantes del patio su elaboración en Cuba. Surgía así, en Puentes Grandes, La Tropical con un producto cubano, pero de baja calidad. No demoraría en mejorar cuando maestros cerveceros franceses y alemanes, contratados especialmente, terminaron confiriéndole a la cerveza el “toque” necesario.
A lo largo del siglo XIX las cervezas importadas se distribuyeron esencialmente en las cajas de botellas y medias botellas de vidrio, aunque también se emplearon envases de cerámica y loza.
En 1888 se fundó en La Habana la llamada “Nueva Fábrica de Hielo”, articulada poco después a la fábrica de cerveza en Puentes Grandes. Allí comenzó a elaborarse “La Tropical”, bajo propiedad de Ramón Herrera Sancibrían, bisabuelo de Julio Blanco Herrera, quien con su tesón logra posteriormente producir el cincuenta y ocho por ciento de la que se elaboraba anualmente en el país durante los años 50.
En 1901 la cerveza cubana, Tívoli, instala su fábrica en la Calzada de Palatino, otras marcas en el mercado eran la cerveza clara “La Tropical”, la Tropical Oscura “Excelsior”, la cerveza clara “Cristal Palatino”, cerveza tipo Munich oscura “Tivoli” y la “Maltina Tivoli”, fue tal su exquisitez que la marca transcendió y hasta cosechó premios en Europa y Estados Unidos, los más significativos fueron los Grandes Premios en las Exposiciones Internacionales de Londres, en 1896, y Bruselas en 1897; Diploma y Gran Premio en la Exposición Internacional del Progreso, París, 1912; Medalla de Oro en la Exposición de Agricultura e Industrias de La Habana, en 1909 y 1911; Medalla de Bronce en la Exposición de San Luis, 1904, y sus medallas se exhibieron en la antigua etiqueta.
Antes de 1919, el “Santiago Brewing Company” fue fundada por el Sr. Eduardo Chibas. Durante este año, bajo la dirección de Don Enrique Schueg y Chassin, las instalaciones fueron adquiridas por la “Compañía Ron Bacardí SA”. La fábrica de cerveza “Hatuey”, situada en el barrio San Pedrito de Santiago de Cuba, fue comprada con el único propósito de construir una nueva destilería Bacardí. La nueva destilería fue inaugurada el 4 de febrero de 1922.
“Hatuey”, la Cervecería Modelo, fue creada en 1947 y otra también popular “Polar”. La primera traía un aborigen cubano en su etiqueta, y la segunda un oso blanco.
La calidad de la cerveza cubana fue tal que las similares extranjeras no lograban penetrar el mercado interno. Nadie podía competir en precio y calidad de las cervezas cubanas, a pesar de que algunas firmas foráneas lo intentaban.
La cerveza enlatada llegó a Cuba a fines de la década del 50 del siglo pasado. Por entonces, una caja traía veinticuatro botellas de cerveza.
Para 1958, Cuba poseía cinco fábricas de cerveza que producían cerca de 30 millones de litros anuales.
Había cervezas que se anunciaban como propias para la familia, mientras las damas, según reportes de la prensa de la época, se inclinaba por la marca británica Ale, suave y clara y beneficiosa, decían, para los males del estómago. De cualquier forma, era de las cervezas de mayor demanda, junto con la Cabeza de Perro, también inglesa. Tal arraigo ganó entre los consumidores, hacia 1850, la marca Tennet Lager, también británica, que son muchos los cubanos que llaman “laguer” al espumoso líquido.
El mayor consumo de cerveza tenía lugar en bares y cantinas y algunos preferían hacerlo en la “bodega” de la esquina. Allí, en un ambiente “familiar”, conversaban con el dependiente saboreando una cerveza espumosa, un vaso de “laguer” con un “saladito” de jamón y queso o con algunas aceitunas, mientras en la vitrola sonaba el bolero del momento, tradición que hasta el día de hoy parece no perderse, ya que los cubanos siguen disfrutando de este famoso líquido espumoso.