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Matías Pérez, el portugués que se mudó a Cuba para hacer toldos y se esfumó en el aire

Matías Pérez fue un portugués que se radicó en Cuba como un sastre y toldero que se trasladó a La Habana.

Allí abrió un exitoso taller de marquesinas y toldos. “El Rey de los Toldos” le llamaban y tenía su sede en la calle Neptuno.

Matías Pérez resultó ser un estudioso y un amante empedernido de la aeronáutica. Dicen que devoraba las publicaciones europeas sobre el tema y que tenía en su poder todo el material que al respecto había escrito Leonardo Da Vinci.

Asistía a las tandas que Godard daba en el teatro Tacón y donde ofrecía charlas sobre el arte de volar, según reseña la revista Cuba Ilustrada.

Matías Pérez anotaba cuidadosamente sus explicaciones y tampoco se perdía los vuelos de Godard, llegando a relacionarse con él. Su globo, llamado La Villa de París, se lo había comprado a Godard por el precio de 1200 duros.

Pérez no fue el primer piloto de globos en suelo cubano. Antes que él estuvieron los franceses Eugene Robertson y Adolphe Theodore, así como el cubano Domingo Blineau, el primer cubano que construyó un globo desde cero y personalmente produjo gas hidrógeno como combustible.

Pero aunque todos arriesgaban su vida, sólo uno de estos intrépidos aeronautas pasaría a la historia como el más famoso de los aventureros.

Matías Pérez se esfumó en el cielo de Cuba

El 12 de junio de 1856 el pueblo habanero se reunió en el mismo sitio para decirle adiós al portugués. Su globo tuvo buenos vientos y fue a descender en una zona conocida como Filtros del Husillo, como a dos millas del Cerro.

Pocos días después, obtuvo un permiso del general Concha para llevar a cabo una segunda ascensión, fijada para el 28 de junio, pero transferida después para la mañana del 29. Pasadas las siete de la noche, aún no se había elevado.

Según los periódicos de la época, se observaba en Matías Pérez y en quienes lo acompañaban ciertas dudas relacionadas con el estado del tiempo, que no era favorable. Por fin, lo vieron volar sobre el Paseo del Prado y ser arrastrado hacia el mar por el viento, que lo hizo desaparecer tras las nubes. Nunca más se supo de él.

 

Aunque se llevó a cabo una meticulosa investigación en Pinar del Río, La Habana y Matanzas, Matías Pérez nunca apareció.

Todas las diligencias resultaron fallidas. Algunos años después, en unos cayos próximos, se encontraron accidentalmente los restos de un globo aerostático, pero jamás llegó a saberse si se trataba de La Villa de París.

Desde entonces hasta la fecha, muchas han sido las teorías que intentan explicar su desaparición. La más sencilla, que cayó en el mar y murió ahogado, otros apuestan por una un poco más disparatada, que fue abducido por los extraterrestres.

Lo curioso es que, mientras algunos con mejor suerte han caído en el olvido, fue el portugués con su negro destino quien pasó a la posteridad, tanto que hoy por hoy en la Isla, cuando alguien se va y dejamos de tener noticias suyas, lo más común es escuchar una frase que perpetúa para siempre el nombre del héroe: “Voló como Matías Pérez”.

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