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Migrante cubano vive con temor en la frontera mexicana

El cubano Abel Oset, entrenador de judo de 49 años, luego de recorrer 11 países desde Guayana hasta llegar a México, esperaba con miedo y nervios la audiencia para pedir asilo en Estados Unidos.

Dos intentos de secuestro y tres a su hijo de 22 años, es lo que hasta el momento ha sufrido el cubano en el violento estado de Tamaulipas, por tal razón el temor se apodera del isleño solo en pensar que después de su cita le podrían devolver otra vez a Nuevo Laredo.

El temor para este migrante no es para menos, ya que en esta ciudad mexicana operan grupos del crimen organizado que acechan el puente internacional de esta localidad donde opera el cártel del Noreste, una escisión de los antiguos Zetas (organización criminal mexicana que utilizó el terrorismo para intimidar a sus oponentes y a la población civil).

Oset llegó a México con su hijo a Nuevo Laredo, donde se suscitaron los intentos de secuestro, “nos preguntaron que si teníamos familia en Estados Unidos o que si queríamos cruzar el río por 2.000 dólares”, cuenta el joven, que se llama igual que su padre, mientras relata que los criminales los revisaron de arriba abajo y hasta que comprobaron que no tenían dinero los dejaron ir.

En una de las ocasiones, al padre le tomaron una foto y le advirtieron: “aquí no te queremos más”. Los migrantes aseguran que estaban en una parada de autobús y había policías en la zona, pero nadie hizo nada, razón por la cual ni intentaron denunciar.

Padre e hijo trabajaban como ayudantes de albañilería y aseguran que han logrado sobrevivir hasta ahora porque apenas y salen del albergue.

Oset es uno de los extranjeros incluidos en el plan “Permanecer en México” por el que el gobierno de Donald Trump ha retornado en lo que va de año a más de 42.000 solicitantes de asilo para que esperen su proceso en territorio mexicano, en uno de los cambios más trascendentales de la política de Estados Unidos para frenar la entrada de migrantes.

Mientras tanto, una hondureña de 29 años y quien se mantiene en el anonimato y con los ojos llenos de lágrimas dice: “no nos quieren en ninguna parte, los mexicanos también nos rechazan”, quien además cuenta que recientemente una amiga suya fue asesinada; no lleva ninguna documentación al huir de prisa dejando a sus hijos con su madre porque las pandillas la amenazaron al no querer vender droga.

Sin embargo, la mujer, dice no saber que será de su futuro si de nuevo es rechazada para ingresar a Estados Unidos.

Ella es parte de un grupo que llegó al puente de Nuevo Laredo el lunes desde Monterrey.

Otros llegaron al puente desde albergues en Nuevo Laredo para pasar ahí la noche. Entre la gente que esperan cruzar a Estados Unidos está un par de matrimonios con citas en días distintos.

Lamentablemente, serán pocos de los que acudan a las audiencias que comenzaron esta semana en el sur de Texas que tendrán posibilidades de que su caso prospere, sobre todo después del fallo de la semana pasada de la Corte Suprema estadounidense que restableció una medida de Trump del 16 de julio, mediante la cual se niega el asilo a todos los ciudadanos de un tercer país que hayan entrado por la frontera mexicana después de esa fecha.

Los migrantes lo saben, pero aun así no pierden la esperanza, y confían en que recibirán asilo político.

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