Régimen usa camionetas de ETECSA como ambulancias y carros fúnebres
Por falta de combustible y refacciones, el régimen falla en darle a la población un servicio público de calidad, ni siquiera en la muerte
La crisis en los servicios públicos cubanos ha alcanzado niveles insólitos: el Gobierno ha tenido que recurrir a vehículos de la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba (ETECSA) para usarlos como ambulancias improvisadas y carros fúnebres, un reflejo de lo lejos que está la realidad cotidiana de la imagen internacional del régimen como “potencia médica”.
En redes sociales han circulado videos que muestran claramente cómo una furgoneta rotulada con el logotipo de ETECSA transporta a un paciente en camilla hacia su interior, mientras personal de salud lo empuja desde un hospital.
Las escaleras de los técnicos de telecomunicaciones permanecen en el techo del vehículo, lo que sugiere que no hubo tiempo ni medios para adecuarlo correctamente para el traslado sanitario.
En otra escena, también compartida en redes, una van de ETECSA traslada un féretro ante la ausencia de carros fúnebres disponibles.
El uso de estos vehículos para cumplir funciones tan sensibles como el transporte de enfermos o fallecidos evidencia, no solo la carencia de recursos, sino también una improvisación alarmante por parte del Estado.
El problema no es nuevo ni aislado. Asere Noticias ha documentado múltiples denuncias de familias que no consiguen carros fúnebres para acompañar a sus muertes.
En Santiago de Cuba, por ejemplo, una familia denunció que un niño de 12 años permaneció desde las 12:00 am hasta las 7:00 pm “tirado en el salaito La Mora” porque no apareció ningún carro fúnebre para llevar su cuerpo al hospital.
Asimismo, en Mayabeque, otra familia debió arrastrar el ataúd a pie por más de dos kilómetros hasta el cementerio, debido a que no había ningún vehículo funerario disponible.
También hay reportes de entierros donde los carros fúnebres estaban tan deteriorados o sin funcionamiento, que en medio de su duelo los propios familiares tuvieron que empujarlos.
En Matanzas, en Jagüey Grande, los parientes de un fallecido narraron que planearon el velorio para las 8:00 am, pero hasta las 2:00 pm no hubo carro disponible, y tuvieron que utilizar una carretilla para poder trasladar el cuerpo.
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Más allá de la indignación, este panorama revela la contradicción entre la retórica del Gobierno cubano y la realidad concreta de su población.
Mientras el régimen se presenta ante el mundo como un referente en salud pública, en la práctica no logra garantizar lo más básico: ambulancias para emergencias ni vehículos en condiciones dignas para los funerales.
A menos que se trate de visitantes extranjeros, porque en esos casos el régimen ha desplegado verdaderos desfiles de decenas de vehículos, incluso en incidentes donde no se registran heridos de gravedad.
La falta de ambulancias funcionales ha tenido consecuencias trágicas. Recientemente, se reportó el fallecimiento de un profesional de la salud en Santiago de Cuba por la ausencia de una ambulancia.
Casos como este revelan que, para muchos cubanos, el supuesto sistema sanitario eficiente es solo un eslogan sin respaldo real. Por su parte, las pocas unidades fúnebres que existen están viejas, mal mantenidas, sin combustible o refacciones, lo que las deja fuera de servicio –cuando no se usan vehículos estatales de telecomunicaciones para sustituirlas.
En conjunto, estos hechos forman parte de una crisis estructural: no es solo la escasez de recursos, sino una ausencia de planificación eficaz y una evidente negligencia en la priorización del bienestar ciudadano.
Mientras el Gobierno exhibe ante el mundo su supuesta fortaleza médica, muchas familias cubanas viven en la urgencia y en el abandono, al punto de depender de camionetas de una empresa de telecomunicaciones para cumplir con lo más básico: salvar una vida o darle sepultura a un ser querido.
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