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Compañía de danza Malpaso continúa dejando su huella al ritmo de un paso chévere

A pesar de ser una larga odisea poder fundar una compañía de danza en Cuba, Osnel Delgado, Daileidys Carrazana y Fernando Sáez decidieron emprender la travesía para lograr el sueño de Malpaso.

Al respecto, Fernando Sáez, promotor de las bellas, quien comparte la dirección de la compañía con los bailarines Osnel y Daileidys explicó: “Le pusimos ese nombre porque fue lo único que le auguraron tanto a Osnel Delgado como a Daileidys Carrazana, que se encontraban”.

El “mal paso”, después de haber sido por años integrantes de la connotada Compañía de Danza de Cuba, significó fundar la primera agrupación independiente de baile contemporáneo en la isla; esto quiere decir que no recibe ningún tipo de financiamiento por parte del gobierno, y como en Cuba no hay una “cultura filantrópica”, su subsistencia es complicada, agregó Sáez.

Entre las razones que promovieron la idea de crear la compañía se destaca el crecimiento profesional de Delgado como coreógrafo, algo que no le permitían en la compañía de Danza Contemporánea, de la que fue miembro por nueve años.

“Él hizo algunas obras, pero sentía que no tenía el espacio suficiente”, explicó Sáez, quien también fuera director de los programas de teatro y danza de la fundación Ludwig de Cuba.

A pesar de ello, Malpaso continúa dando pasos acertados y recibiendo el reconocimiento internacional como una de las agrupaciones más talentosas. Como muestra de ello, la compañía tendrá su espacio este fin de semana en el teatro Wallis con varias presentaciones.

La agrupación, con sede en La Habana, continúa con su indomable arte de danzar, fuerza expresiva y energía en cada escenario que pisa.

Su sueño de seguir creciendo no se detiene, por lo que agregar talento joven a su elenco para convertirse en una agrupación bien estructurada y estable es una de las metas prioritarias de sus directores.

Sin embargo, lo anterior no se trata de convertir a la compañía en un trampolín para los jóvenes bailarines que se inserten, sino en una gran familia. Al respecto, Sáez confesó: “no concibo la compañía como una fábrica de danza en la que entran y salen los bailarines”. “Yo creo en el sentido de pertenencia […] Este es un proyecto de vida del que pueden sentir que son parte”.

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