La balsera cubana Daneilis Tamayo, quien arribó a Florida el mes pasado en compañía de sus tres hijos y vivió un tiempo en las calles de Hialeah, ya se instaló en el apartamento que fue rentado por una empresaria anónima de la localidad.
De acuerdo con el periodista cubano Yusnaby Pérez, durante el miércoles, varias personas se acercaron a la vivienda para llevarle varios regalos a la mujer, entre ellos un televisor y varios utensilios de cocina para que pudiera preparar alimentos.
“Para mí, maravilloso, estoy sin palabras. Tremendo, porque aquí los niños están contentos, jugando desde que llegaron. Ahora sí pueden decir ‘esta es mi casa’”, dijo la cubana, quien arribó a EEUU desde Holguín junto a sus tres hijos menores de edad.
“Ha sido el Señor abriéndome puertas y la ayuda de la comunidad”, agregó.
La mujer indicó que este tipo de ayuda no la esperaba, pues en la Isla se decía que la comunidad cubana en el exilio era egoísta, algo muy alejado de la verdad.
“En Cuba se decía que nadie ayudaba a nadie, que cerraban las puertas y que ni agua se podía pedir, pero en realidad es tremenda la hospitalidad que tienen, la humanidad. Como se enteran de cualquier situación y ahí están para servir, para ayudar”, afirmó ante las cámaras del medio Telemundo 51.
Por último, la mujer afirmó sentirse agradecida por el apoyo recibido de la comunidad cubana en Hialeah, pues ya no tenía que deambular por las calles mientras esperaba poder regresar a la iglesia Rescate, la cual le brindaba asilo por las noches.
En días anteriores, el alcalde de Hialeah, Esteban Bovo, dijo que una empresaria, la cual prefirió mantenerse en el anonimato, lo contactó interesada en ayudar a la mujer, por lo que donó el dinero suficiente para alquilar un apartamento por varios meses.
El funcionario indicó que el lugar estaba rentado por los siguientes seis meses, y que esto incluía servicios como agua y electricidad.
Cuando su caso fue denunciado, la mujer indicó que una presunta pastora le había ofrecido empleo en una iglesia si lograba llegar a EEUU, pero cuando lo logró, esta persona cortó todo contacto con ella, dejándola sin la oportunidad de ganarse la vida.
Como consecuencia, su familia vivió en la iglesia cristiana Rescate, ubicada en Hialeah, sin embargo, la institución religiosa solo podía ofrecer un lugar para dormir, por lo que la madre y sus hijos tenían que deambular en las calles hasta que se hiciera nuevamente de noche.
