Un cubano fue detenido por la Policía de Giorgia, en Estados Unidos, tras ponerse nervioso cuando un oficial sacó el alcoholímetro para saber si estaba ebrio.
El funcionario identificó al isleño como Roberto, de 33 años edad, y lo detuvo cuando llegaba a su residencia, al ver que el conducía por el carril equivocado, sospechando que manejaba ebrio, procedió con la intervención.
En el procedimiento, el cubano le confesó al oficial que había consumido licor en casa de su novia, pero insistía en no haber tomado mucho.
Esa confesión hizo que el policía sacara el alcoholímetro (aparato para medir el nivel de alcohol de sólo soplarlo) y poder tomar la prueba.
Roberto se negó a usar el aparato alegando que “si yo soplo y sale positivo, puedo perder mi licencia de conducir”, al tiempo que suplicaba al oficial que lo dejara continuar con su viaje a casa.
Ante esta situación, la oficina de Administración Nacional de la Seguridad del Tránsito en las Carreteras elaboró un cuestionario de las acciones que asegurarían si un chofer está borracho.
